Dina firma en Yakarta y olvida a Ayacucho

Crítica al Acuerdo de Asociación Económica Integral (CEPA) firmado entre Perú e Indonesia por Dina Boluarte. Un análisis al estilo Hildebrandt que cuestiona sus beneficios reales y la desconexión con la crisis interna.

La firma en Yakarta

En Yakarta, con alfombra roja y sonrisas de catálogo, Dina Boluarte estampó su firma en lo que su cancillería llama pomposamente Acuerdo de Asociación Económica Integral con Indonesia. Una pieza más para la vitrina de fotos oficiales y aplausos protocolares, mientras el Perú —ese país real, que no viaja en clase ejecutiva— sigue esperando que alguien lo escuche.

Se anunció que el CEPA abrirá mercados para nuestros arándanos, nuestras conservas, nuestros minerales. El mismo discurso de siempre: que ahora sí habrá “oportunidades históricas” para el país. Pero, detrás del telón, la pregunta es otra: ¿para quiénes son esas oportunidades?

Lo que no se dice

Indonesia es un mercado inmenso, sí. Pero también un competidor feroz. Su industria pesquera y agroindustrial juega en ligas mayores y cuenta con subsidios que aquí ni soñamos. Si no hay políticas claras para proteger a los pequeños productores, lo que veremos será una inundación de productos baratos y una competencia que barrerá con nuestra economía local.

El país que queda atrás

Mientras en Yakarta se hablaba de “integración estratégica”, en Ayacucho los maestros siguen en huelga, en Piura los agricultores reclaman por el agua, y en el sur los heridos de las protestas esperan justicia que nunca llega. La presidenta, sin embargo, prefiere las cumbres internacionales: son más cómodas que escuchar al país que gobierna.

El CEPA con Indonesia puede ser beneficioso, pero solo si se planifica con transparencia, se acompaña con inversión en infraestructura, capacitación y defensa de la producción nacional. De lo contrario, será un nuevo capítulo del viejo cuento: abrir las puertas para que entren todos… y que los de adentro se las arreglen como puedan.